La Fortuna, en el norte de Costa Rica, se ha convertido en uno de esos destinos que sorprenden desde el primer vistazo. El Volcán Arenal domina el paisaje con su silueta imponente, envuelto por nubes bajas que van y vienen según lo marque la humedad del día.
Aunque el Arenal permanece en calma desde su última erupción fuerte en 1968, sigue siendo el gran protagonista. Su actividad interna alimenta las termas y moldea un entorno de selva vibrante que cautiva a viajeros de todas partes.
El Parque Nacional Volcán Arenal es el punto de partida para entender este ecosistema único. Sus senderos cruzan bosques, antiguos campos de lava y miradores que permiten apreciar la magnitud del volcán, en recorridos que van de una hora y media a tres.
La Reserva Arenal 1968 complementa el paisaje con vistas privilegiadas y espacios para descansar mientras se observa cómo la vegetación recuperó terrenos que alguna vez cubrió la lava caliente.
Entre las paradas imprescindibles aparece la Catarata La Fortuna. Son más de 70 metros de caída en medio de un cañón verde, accesible tras descender unos 500 escalones. El esfuerzo vale el chapuzón en su agua clara o la simple contemplación desde las plataformas.
El Mistico Park ofrece otra perspectiva del bosque tropical. Su circuito de puentes colgantes atraviesa el dosel selvático y permite observar monos, tucanes, perezosos y ranas de colores intensos desde alturas increíbles.
Para quienes buscan más encuentros con la fauna, reservas como Sloth’s Territory, Bogarí Trail y Ecocentro Danaus permiten observar especies emblemáticas. Los tours nocturnos son especialmente recomendados para ver ranas de ojos rojos, serpientes y mamíferos esquivos.
Las termas son parte esencial de la experiencia en La Fortuna. Sus aguas, ricas en minerales derivados de la actividad geotérmica del Arenal, son reconocidas por sus efectos relajantes y antiinflamatorios.
Opciones de lujo como Tabacón, The Springs o los complejos del grupo Nayara ofrecen circuitos termales rodeados de jardines exuberantes y servicios de spa. Hoteles como Volcano Lodge, Arenal Manoa y Los Lagos brindan alternativas más accesibles, muchas de ellas con termas propias.
Para quienes buscan privacidad, complejos boutique como Ecotermales, Paradise Hot Springs o Titoku ofrecen ambientes más íntimos y tranquilos. Y para presupuestos ajustados, el Río Tabacón (Chollín) es un clásico local completamente gratuito.
La oferta hotelera abarca desde glampings de lujo hasta cabañas rústicas con vistas al volcán. En todos los casos, la naturaleza marca el ritmo del descanso y del amanecer.
La Fortuna también destaca por su gastronomía. Restaurantes como Don Rufino, La Forchetta, Orgánico Fortuna o Snapper’s House conviven con sodas tradicionales donde se sirven casados, gallo pinto y platos típicos llenos de sabor local. El Mercadito Arenal suma food trucks y propuestas rápidas ideales después de un día de aventura.
Quienes buscan adrenalina encuentran en La Fortuna uno de los mejores escenarios de Centroamérica: tirolesas, rafting en el Balsa y el Sarapiquí, canyoning, rappel y paseos en ATV. El lago Arenal suma kayak, paddle y navegación con vistas inolvidables.
Con su equilibrio entre naturaleza salvaje, descanso y aventura, La Fortuna se mantiene como uno de los rincones más cautivantes de Costa Rica. Un lugar donde cada camino, cada nube y cada corriente termal recuerdan la fuerza viva del Volcán Arenal y su impacto en todo el entorno.