La Legislatura bonaerense llega este miércoles a una sesión clave con el gobernador Kicillof intentando asegurar los votos para un paquete económico decisivo: Presupuesto 2026, Ley Fiscal Impositiva y la autorización para tomar deuda por más de USD 3.000 millones. El orden de prioridades, sin embargo, quedó rápidamente desplazado por lo que realmente tensó la negociación: la letra chica del financiamiento y la distribución del poder en organismos estratégicos, especialmente el Banco Provincia (BAPRO), convertidos en moneda de cambio para sumar voluntades.
Mientras el oficialismo busca llegar a las 14 en Diputados y a las 19 en el Senado con un acuerdo de mínima que garantice la aprobación del endeudamiento, el Frente de Todos expone, una vez más, las fisuras internas que lo atraviesan desde la fallida negociación del año pasado.
Un financiamiento que desnuda tensiones acumuladas
El pedido de endeudamiento encendió alarmas tanto en la oposición como en el peronismo. El PRO, la UCR y la Coalición Cívica condicionaron cualquier acompañamiento a recuperar espacios históricos en el Estado bonaerense y avanzar en un reparto más favorable en la Corte, en el Consejo de Educación y en el BAPRO. En paralelo, los intendentes —peronistas y radicales— reclamaron algo más terrenal: asegurar que el 8% de la deuda se coparticipe a los municipios para obra pública.
Tras semanas de rosca continua, el martes se destrabó el dictamen en la Comisión de Presupuesto luego de que el oficialismo aceptara avanzar con el Fondo de Fortalecimiento de la Inversión Municipal, que surge del crédito proyectado en unos USD 3.035 millones. También se garantizó un piso mínimo de distribución aun si la deuda no se toma.
Pero el trasfondo fue más complejo. Kicillof llegó a este miércoles decidido a evitar el escenario de 2024, cuando la Legislatura no aprobó ni el Presupuesto ni la Ley Fiscal ni el financiamiento, obligando a la Provincia a utilizar ahorros para cubrir vencimientos heredados de la gestión Vidal.
La interna Kicillof–Máximo vuelve a asomar
Mientras organizaciones cercanas a Kicillof, como “La Patria es el Otro”, salieron públicamente a pedir la aprobación del endeudamiento, sectores alineados con Máximo Kirchner rechazaron estar trabando el proyecto y apuntaron contra los intendentes radicales por sus exigencias. La tensión remite inevitablemente al conflicto del año pasado: desde Gobernación responsabilizaron a La Cámpora por la caída del proyecto, y Kirchnerismo legislativo respondió acusando a Kicillof de no haber sabido negociar con la oposición.
La foto de este martes en el funeral de Juan José Mussi, donde Kicillof y Máximo coincidieron, no alcanzó para disipar las especulaciones: en La Plata admitían que “no se descarta que a último momento aparezcan con algo”. En el oficialismo saben que la unidad interna es condición indispensable para activar los votos opositores que ya están conversados.
El BAPRO, la rosca dentro de la rosca
Como InfoMiBa analizó la semana pasada, la pelea por los sillones del Banco Provincia es hoy uno de los núcleos duros de la negociación. Con vacantes, mandatos vencidos y posiciones prorrogadas, el directorio del BAPRO se convirtió en una pieza clave para destrabar el paquete económico.
La lista de nombres que circula en las negociaciones —Adrián Urreli (PRO), Marcelo Daletto (UCR–Encuentro Federal) y Fernando Rozas (ex libertario, con terminales massistas)— confirma que el reparto del poder financiero es la otra cara del debate por el endeudamiento, también suenan Matias Ranzzini y Christian Gribaudo. Cada sector presiona por su sillón, desde la Cámpora hasta el massismo, los amarillos y los radicales. Kicillof aceptó ampliar el directorio de 8 a 12 miembros para contener demandas cruzadas y garantizar votos.
La movida, sin embargo, desató un conflicto inesperado dentro del propio PRO: mientras un sector avanzaba con una lista de nombres para negociar con la Gobernación, intendentes amarillos y referentes de otros sub-bloques se enfurecieron al enterarse de que no habían sido consultados. Esa interna vuelve hoy a impactar en el tablero legislativo.
Un acuerdo que aún pende de un hilo
Pese a que el Presupuesto y la Ley Fiscal requieren mayoría simple y el oficialismo da por descontado esos votos, el endeudamiento exige dos tercios y la negociación continúa abierta. Ayer por la noche, la vicegobernadora Verónica Magario, Gabriel Katopodis, Mariano Cascallares y Agustina Vila seguían reunidos con los jefes de bloque opositores buscando cerrar los últimos detalles.
Los puntos ya acordados incluirían:
– garantizar el 8% del financiamiento para los municipios,
– condonar la deuda del Fondo Covid,
– ampliar el directorio del Banco Provincia,
– y asegurar un piso de fondos aun si la deuda no se concreta.
La discusión ahora pasa por quién cede qué y quién capitaliza políticamente la aprobación. Para Kicillof, la votación de hoy no solo define la gobernabilidad en la segunda mitad de su mandato: también ordena el mapa interno de cara a su proyecto nacional para 2027.
El reloj legislativo y el trasfondo político
La urgencia responde a un dato estructural: el 10 de diciembre asume una Legislatura más fragmentada, con mayor presencia de diputados de ultraderecha y bloques que anticipan posiciones más duras. Si el paquete económico no se aprueba hoy, quedará para extraordinarias, donde el escenario será más imprevisible.
El sindicalismo multicolor movilizará esta tarde contra el Presupuesto, la Ley Fiscal y el endeudamiento, mientras los gremios alineados con Kicillof optaron por no concentrarse en la Legislatura. El oficialismo lo interpreta como un gesto de disciplina política, pero también como síntoma de la tensión subterránea que atraviesa al peronismo bonaerense.
El final sigue abierto. En los pasillos de la Legislatura, la frase que más se repite es la misma que sintetiza la fragilidad del acuerdo: “Todo se define en las últimas dos horas”.
Y la rosca, esta vez, parece dispuesta a cumplir con esa máxima.