“Si los pechos son pequeños, no se puede amamantar”
El tamaño no determina la capacidad de producción. Todas las madres pueden producir la cantidad necesaria si hay un estímulo adecuado.
“Después de los seis meses, la leche ya no alimenta”
La leche materna sigue siendo una fuente relevante de nutrientes, defensas y factores de crecimiento incluso después del primer año.
“Si el bebé llora mucho, es porque la leche no lo llena”
El llanto no siempre indica hambre. Puede responder a otras necesidades (contacto, sueño, malestar) y no implica baja calidad de la leche.
“No tengo suficiente leche”
La mayoría de las veces es una percepción errónea. La succión frecuente es la clave para sostener y aumentar la producción.
“Estar resfriada impide amamantar”
Salvo en casos excepcionales, no solo se puede amamantar estando enferma, sino que es recomendable: la leche transmite anticuerpos protectores.
“Si el bebé toma fórmula o mamadera una vez, rechaza el pecho”
No necesariamente. Muchas lactancias mixtas o recuperadas funcionan bien con acompañamiento.
“La leche es muy aguada y no alimenta”
La leche varía en apariencia y composición a lo largo de la toma, pero siempre aporta lo que el bebé necesita.
“Amamantar debería ser fácil si se hace con amor”
La lactancia puede ser desafiante, incluso en contextos de deseo y motivación. El amor no reemplaza la necesidad de apoyo técnico y emocional.
“Después de algunos meses, la leche se corta sola”
La producción se regula por la demanda. Si el bebé sigue mamando, la leche continúa.
“Volver al trabajo impide seguir amamantando”
Con organización, extracción de leche y asesoramiento, muchas mujeres logran compatibilizar lactancia y trabajo.
“La mayoría de las mujeres puede amamantar, pero muchas veces se enfrentan a obstáculos que no tienen que ver con su cuerpo, sino con la falta de información, de tiempo o de apoyo. Si una madre no recibe la ayuda adecuada, lo más probable es que abandone, no porque no quiera, sino porque se sintió sola”, agrega la Dra. de Boreal Salud.
Acompañar a las familias con información clara, escucha activa y apoyo concreto es esencial para sostener una lactancia saludable. El acceso a profesionales capacitados —pediatras, puericultoras, nutricionistas, obstetras y psicólogos— puede marcar la diferencia entre una experiencia positiva y una experiencia atravesada por el estrés o la frustración.
Amamantar no es una prueba que se aprueba o se falla. Es una construcción, un proceso vincular, fisiológico y emocional. Derribar mitos, garantizar apoyos reales y validar cada camino es parte de construir una salud más humana para madres e hijos.