Por estos días, la interna de la UCR cordobesa dejó de ser un conflicto de pasillo para convertirse en un capítulo clave dentro del reordenamiento del radicalismo a nivel nacional. El fallo del juez federal con competencia electoral, Miguel Hugo Vaca Narvaja, que habilita la realización de internas abiertas en Córdoba el próximo 10 de agosto, no sólo dio un triunfo jurídico a Ramón Mestre frente a Rodrigo de Loredo, sino que también encendió las alarmas sobre la proyección del partido frente a las elecciones legislativas de octubre.
Mestre, exintendente de Córdoba capital y líder de la alianza interna “Más Radicalismo”, logró lo que buscaba desde hace meses: forzar una instancia de competencia que la conducción partidaria, encabezada por de Loredo y Marcos Ferrer, intentaba evitar. Lo hizo apelando al discurso de la participación y el respeto a la militancia radical, en un contexto marcado por la eliminación de las PASO y la concentración del poder decisorio en las cúpulas partidarias.
Sin embargo, el conflicto excede lo procesal. Lo que está en juego es el posicionamiento del radicalismo cordobés frente al cambiante tablero nacional. Mientras Mestre se planta como defensor de los valores tradicionales del partido —educación pública, universidad, producción y campo— y rechaza tanto al Gobierno de Javier Milei como al peronismo provincial, el sector de de Loredo busca construir alianzas amplias que le permitan sostener protagonismo, incluso al costo de no disputar internas.
De Loredo, cuyo mandato como diputado finaliza en diciembre, pretende evitar que la interna se convierta en una catapulta para la vuelta de Mestre, a quien ve como un dirigente del pasado. Desde su espacio, Generación X, se insiste en que el fallo judicial no sólo desconoce antecedentes partidarios recientes, sino que establece plazos imposibles de cumplir, ya que la elección interna sería posterior al cierre para inscribir alianzas electorales.
La disputa, entonces, se da en dos planos: el institucional y el político. En el primero, el fallo revocó una decisión del Congreso partidario que suspendía las internas y delegaba en el Comité Provincia la facultad de definir alianzas y candidaturas. Para el juez, esa resolución implicaba una extralimitación que vulneraba el derecho a la participación democrática de afiliados e independientes.
En el segundo plano, lo que se dirime es el modelo de construcción política. El mestrismo acusa a la conducción de buscar una alianza con La Libertad Avanza —algo que de Loredo niega enfáticamente— sin garantizar que el radicalismo lidere la fórmula. El deloredismo, por su parte, advierte que nadie aceptará una lista encabezada por Mestre y que su estrategia es funcional al kirchnerismo y a Milei por igual.
El resultado del fallo le dio aire a Mestre y visibiliza una contradicción interna: mientras se apela al argumento de “unidad para enfrentar al populismo”, la conducción radical cierra el juego interno y evita la competencia. Al presentar la única lista hasta ahora validada, el sector de Mestre se posiciona como garante de la legalidad partidaria y acusa a sus adversarios de jugar con las reglas del poder más que con las de la democracia interna.
Lo que ocurra el 10 de agosto será clave para el futuro de la UCR en Córdoba y, probablemente, un anticipo de los reacomodamientos que se vienen en el escenario nacional. Con las alianzas aún en formación, la interna radical promete ser más que un conflicto doméstico: será una pulseada por el sentido y el destino de un partido centenario, en tiempos de redefiniciones y viejas tensiones reactivadas.