Esta situación expuesta desde la institución, no solo genera competencia desleal, sino que también implica una enorme pérdida de recursos fiscales que podrían destinarse a educación, salud y otras necesidades sociales.
¿Qué es la informalidad en la cadena del trigo?
La informalidad en este sector se da cuando el trigo, la harina y el afrecho se comercializan sin ser declarados a las autoridades fiscales. Se estima que en Argentina un millón de toneladas de trigo son vendidas de manera informal a la industria molinera, que luego procesa y distribuye sus derivados sin registrar las ventas. Esto equivale al 13,8% de la producción total de harina y afrecho en el país, según datos de la Bolsa de Cereales.
Este comercio en negro no solo afecta a quienes cumplen con las leyes fiscales, creando competencia desleal, sino que también impacta en el empleo. Los trabajadores de esta cadena productiva, al no estar registrados, pierden acceso a derechos laborales fundamentales como cobertura de salud, jubilación y otros beneficios sociales.
¿Cuánto dinero pierde el Estado por la evasión fiscal?
El informe de la Bolsa de Cereales calcula que, solo por la venta no declarada de un millón de toneladas de trigo, el Estado pierde aproximadamente 28,485 mil millones de pesos en recaudación fiscal. Esta cifra incluye:
Impuesto a las Ganancias: $10,356 mil millones (36,4% del total).
Impuesto sobre los Ingresos Brutos: $6,292 mil millones, mayormente en la industria molinera.
Impuesto al Valor Agregado (IVA): $5,608 mil millones, principalmente en la etapa industrial.
Créditos y Débitos Bancarios: $6,230 mil millones, con un 61,6% proveniente de la molinería.
Para entender el impacto de estas cifras, basta con ver a qué podrían destinarse estos recursos:
Financiar anualmente 549 residencias médicas de primer año,
495 cargos de enfermería, o
438 cargos docentes iniciales de grado con jornada completa.
La cadena de la informalidad: Pan, galletitas y pastas en la mira
El problema no termina con la venta de harina y afrecho. Se estima que el 83% de la harina informal se destina a la producción de panificados (incluyendo galletitas) y el 17% a la elaboración de pastas. Este segundo eslabón de la cadena genera una evasión adicional de 240,5 mil millones de pesos.
Esta evasión fiscal se distribuye de la siguiente manera:
IVA: $102,96 mil millones (41,3%).
Impuesto a las Ganancias: $68,93 mil millones (27,7%).
Créditos y Débitos Bancarios: $30,51 mil millones (13,8%).
Ingresos Brutos: $38,13 mil millones (17,2%).
En total, la evasión desde la venta del trigo hasta la comercialización de productos como pan, galletitas y pastas alcanza los 269,02 mil millones de pesos.
Impacto social y económico: mucho más que números
La informalidad en la cadena productiva de trigo-farináceos no solo afecta al fisco, sino también a la sociedad en su conjunto:
Se crea competencia desleal que perjudica a las empresas que cumplen con sus obligaciones fiscales.
La falta de ingresos fiscales reduce la capacidad del Estado para financiar servicios esenciales como educación, salud e infraestructura.
La informalidad laboral deja a miles de trabajadores sin acceso a derechos básicos como seguridad social y jubilación.
Además, con el dinero perdido por evasión fiscal, el Estado podría financiar:
282,4 mil Tarjetas Alimentar para familias con dos hijos durante un año, o
238,4 mil Asignaciones Universales por Hijo (AUH) en el mismo período.
¿Qué se puede hacer para combatir la informalidad?
Abordar este problema requiere de políticas fiscales más estrictas y una mayor concientización social sobre los efectos negativos de la informalidad. Algunas posibles soluciones incluyen:
Fortalecer los controles fiscales y mejorar la transparencia en la cadena productiva.
Promover la formalización laboral con incentivos para las empresas que registren a sus empleados.
Fomentar la educación fiscal para que consumidores y productores comprendan la importancia de exigir comprobantes de compra.