Un paseo para recordar: el pequeño pueblo bonaerense que preserva las obras de un arquitecto único

Para escaparse algunos días y conectar con la naturaleza, hay un lugar a solo 9 kilómetros de Sierra de la Ventana que ayuda a despejar la mente y se destaca por las construcciones del célebre ítalo argentino Francisco Salamone.

Con apenas 1500 habitantes, Saldungaray es un pequeño pueblo bonaerense que forma parte del partido de Tornquist y que se encuentra a 9 kilómetros de la ciudad de Sierra de la Ventana, lugar que suele tener mucha actividad turística. Allí, las personas podrán disfrutar de un paisaje poblado cuyo encanto está en la ribera del río Sauce Grande, las vistas a las sierras y un gran vistazo cultural en el casco urbano.

En este lugar se pueden ver las obras de Salamone, un ingeniero siciliano que nació en 1897 en la localidad de Leonforte, quien, como tantos italianos en aquellos años de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, emigró a la Argentina siendo apenas un niño.

Y aunque el artista lleva muerto 42 años, su obra sigue viviendo en Saldunfaray, con cinco pequeños trabajos que pueden apreciarse en un radio de dos cuadras, sobre unos 70 que realizó a lo largo de toda la provincia.

En Saldungaray, puntualmente, el reconocido artista construyó la delegación municipal, el matadero, el cementerio, la plaza y el viejo mercado con diseños imponentes y un estilo italiano muy característico.

Saldungaray, el lugar para relajarse y disfrutar de la arquitectura

Viajar a este pequeño pueblito es bastante sencillo, ya que tiene un servicio de alojamiento de cabañas para reservar al mejor precio con los dueños del lugar y así poder disfrutar en cercanía de las grandes sierras y praderas.

Además, durante la estadía los turistas podrán recorrer el portal del cementerio, luciendo una arquitectura vanguardista para aquellos tiempos (década del 30 del siglo pasado): formas geométricas y simples, con líneas rectas.

Por otro lado, se podrá apreciar la obra de Salamone en el edificio municipal de Saldungaray, que tiene algunos detalles propios de la osadía del artista, como la torre del reloj, algo que distingue significativamente al pueblo.