jueves 22 de mayo de 2025
- Edición Nº2360

Gastronomía y Turismo

¿Vamos?

Pueblo Escondido: el rincón de Uribelarrea donde los sabores cuentan historias

Desde hace más de veinte años, Pueblo Escondido combina el arte de la charcutería artesanal con una propuesta gastronómica que une tradición italiana y sabor local. En una esquina del pueblo, la salumería, el restaurante y la historia familiar se entrelazan para ofrecer una experiencia única.



En el corazón de Uribelarrea, Pueblo Escondido no es solo una salumería ni solo un restaurante: es un proyecto familiar que nació en 2003 con un propósito claro rescatar las antiguas recetas italianas heredadas de los abuelos y transformarlas en fiambres de calidad artesanal. La iniciativa fue impulsada por Miguel Carello (padre e hijo), quienes unieron experiencia técnica, pasión por la charcutería y un fuerte sentido de pertenencia territorial.

El punto de partida fue la elaboración de chacinados tradicionales, en un momento en que Uribelarrea aún no había desarrollado la identidad rural y gastronómica que hoy la define. Con el correr de los años, Pueblo Escondido se convirtió no solo en una referencia local, sino también en un actor clave en el crecimiento turístico del pueblo, participando en la creación de la Fiesta de la Picada y la Cerveza Artesanal y la Asociación de Turismo de Uribelarrea.

La historia del lugar también se cuenta desde sus sabores. Sus especialidades, como la sopresatta siciliana, la longaniza calabresa, el guanciale y la nduja, se elaboran bajo el lema "fatto a mano", sin conservantes ni químicos, siguiendo procesos artesanales con materia prima seleccionada. Desde 2016, muchos de estos productos se desarrollan en colaboración con el periodista gastronómico Pietro Sorba, ampliando la paleta de sabores y recuperando recetas típicas del sur de Italia.

Lo que comenzó como una simple venta de fiambres, pronto fue evolucionando gracias al pedido de los propios visitantes. Primero se sumaron mesas para degustar las picadas, y luego platos calientes que dieran continuidad al disfrute. Así nació el restaurante, ubicado en una antigua carpintería de 1904, cuidadosamente restaurada para conservar su espíritu original. Techos abovedados de ladrillo, puertas de pinotea, viejas herramientas y un enorme yunque hablan tanto del pasado del edificio como del respeto que sus dueños tienen por la historia.

Hoy, la propuesta gastronómica de Pueblo Escondido ofrece una carta que recorre desde las picadas más completas hasta platos de inspiración casera y corazón italiano: pastas con salsas potentes, carnes a la parrilla, guisos, sopas y braseados. En todos ellos, hay presencia de sus chacinados artesanales, en una integración que da coherencia y profundidad a la experiencia.

Para quienes llegan por primera vez, la visita es más que una comida: es un recorrido por los sentidos y por la memoria. “Queremos que la gente se lleve una experiencia de sabor, que pueda conocer cómo se hizo cada fiambre, qué lleva, cómo se disfruta mejor. Y también que descubra un poco de la historia de este pueblo y de lo que representa nuestra cocina”, resume Gabriel Narvaes, responsable de la marca y la comunicación.

Pueblo Escondido es, en definitiva, ese lugar donde los sabores tienen raíces, donde el pasado convive con el presente en cada picada, y donde la identidad se construye, día a día, entre embutidos curados a mano y mesas que invitan a quedarse.

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