
Con sus temperaturas agradables y colores únicos, el otoño invita a disfrutar de un fin de semana distinto. En ese sentido, los pueblos aparecen como la opción perfecta, fusionando lo que anhelamos: gastronomía deliciosa, inmersión en la naturaleza y la chance de vivir plenamente el presente. ¿Existe acaso una experiencia más placentera?
A solo un par de horas de Buenos Aires, hay tres lugares que ofrecen esto y mucho más, con el asado a la leña y la cocina criolla como los grandes protagonistas.
A pocos kilómetros de San Andrés de Giles, se encuentra Azcuénaga, un pueblo donde verdaderamente el tiempo se detiene. Sus calles de tierra y casas centenarias invitan a desconectar y disfrutar de la tranquilidad rural, transportando a una época llena de nostalgia.
Azcuénaga. Foto: @azcuenaga_pueblorural
En este lugar, las parrillas al aire libre y los bodegones familiares celebran la cocina criolla con asados a la leña, empanadas caseras y dulces regionales. Comer bajo los árboles, con vino en copa y una larga sobremesa, es un verdadero privilegio.
A solo una hora y media de la ciudad, Uribelarrea combina historia, arquitectura y naturaleza. Fundado en 1889, conserva su trazado original y es conocido como el “pueblo de película” por ser escenario de numerosas producciones cinematográficas.
Uribelarrea: sabor y arquitectura con aire europeo. Foto: NA.
Su gastronomía es un atractivo principal, con parrillas que sirven costillares a la estaca y bodegas artesanales que ofrecen degustaciones de vinos locales. Para quienes buscan sabor y tradición en un entorno natural, este destino es el ideal.
Ubicado a unos 100 km de Buenos Aires, Tomás Jofré es sinónimo de buena comida. Con más de 20 restaurantes y pulperías, este pequeño paraje en el partido de Mercedes ofrece menús abundantes con empanadas, fiambres caseros, pastas amasadas a mano y asados bien criollos.
Tomás Jofre, Buenos Aires. Foto: Instagram.
El entorno rural, con calles de tierra, caballos y sulkys, refuerza el aire de campo auténtico. Muchos turistas llegan en auto, otros en bici, y hay incluso un tren turístico que hace la experiencia aún más pintoresca.
Sin dudas, los pueblos bonaerenses son un tesoro cultural que combinan una gastronomía deliciosa con un paisaje rural único, ideal para ofrecer una experiencia auténtica y mágica. Una escapada perfecta para disfrutar del aire puro y la buena comida en lugares donde el tiempo se detiene.