miércoles 19 de marzo de 2025
- Edición Nº2296

Notas de opinión

Día internacional de la Mujer

8M: La importancia de seguir levantando nuestra voz

En el Día internacional de la Mujer, la  presidenta de la Coalición Cívica bonaerense y del bloque de diputados provinciales de la CC, Maricel Etchecoin, reflexionó sobre la situación de las mujeres en el país y resaltó la importancia de  impulsar políticas públicas.



 

El Día Internacional de la Mujer, no es solo una fecha de conmemoración, sino un recordatorio del compromiso inquebrantable que tenemos con la igualdad. Levantar la voz no es un gesto simbólico, es una necesidad urgente frente a las barreras que siguen limitando el desarrollo y bienestar de las mujeres en nuestro país.

No hablamos de un reclamo vacío, sino de una exigencia respaldada por datos y realidades concretas. En 2024, la tasa de desempleo de las mujeres en Argentina alcanzó el 8.4%, una cifra que, aunque parezca moderada, esconde un problema estructural profundo. A esto se suma la persistente brecha salarial del 27.5%, una manifestación clara de desigualdades arraigadas en el sistema laboral. Mientras las mujeres acceden a empleos más precarizados, con menores oportunidades de crecimiento, los espacios de liderazgo y decisión siguen siendo ocupados mayoritariamente por varones.

La brecha salarial no es solo un número: es el reflejo de prácticas culturales y organizativas que históricamente han devaluado el trabajo femenino. El 96% de las tareas domésticas en Argentina recaen sobre las mujeres, un esfuerzo invisible que sostiene la economía, pero que rara vez se traduce en reconocimiento o compensación. Paradójicamente, aunque el porcentaje de mujeres con educación superior supera al de los hombres, solo el 4.7% accede a puestos directivos, frente al 8% de sus pares masculinos. La evidencia es clara: el talento y la capacidad existen, pero las oportunidades no se reparten equitativamente.

La desigualdad no es solo económica. Se manifiesta en la falta de acceso a oportunidades, en la conciliación imposible entre vida laboral y personal y en la carga desproporcionada de responsabilidades de cuidado. Ser mujer en Argentina sigue significando enfrentar un doble esfuerzo para acceder a los mismos derechos.

Además, en un contexto de creciente polarización y desinformación, el discurso público sigue distorsionando la lucha por la igualdad. Se nos acusa de buscar privilegios cuando, en realidad, lo que exigimos es justicia y equidad. La verdadera igualdad no se basa en la concesión de ventajas, sino en el reconocimiento del valor y aporte de todas las personas, sin distinción.

El feminismo no es una moda ni un capricho, es el camino para garantizar los derechos humanos fundamentales. La ONU, a través de múltiples informes en la última década, ha enfatizado la necesidad de empoderar a las mujeres y erradicar la discriminación. Argentina ha ratificado su compromiso con la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención de Belém do Pará, pero la transformación real depende de la voluntad política de implementar estas normativas con acciones concretas.

En este como en cada 8 de marzo, no podemos conformarnos con discursos vacíos o promesas incumplidas. Debemos aunar esfuerzos para impulsar políticas públicas que no solo reconozcan las cifras, sino que actúen sobre ellas:

●   Impulsar la inserción laboral de las mujeres.

●   Cerrar la brecha salarial con medidas efectivas.

●   Garantizar el acceso a cargos de liderazgo.

●   Valorar y remunerar el trabajo de cuidado.

Cada número representa vidas, sueños y oportunidades postergadas. La igualdad real no es negociable. La libertad y la dignidad de cada mujer deben ser protegidas y promovidas con políticas integrales y acciones concretas.

Hoy, y todos los días, reafirmo mi compromiso con una Argentina donde el trabajo, la educación y la equidad sean un derecho para todas. Porque levantar la voz no es suficiente: necesitamos que se escuche y se transforme en cambio real. 

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