
La decisión de la UTA, encabezada por Roberto Fernández, surge tras la reunión de una hora con los empresarios en la Secretaría de Trabajo, en la que no se presentó ninguna oferta salarial.
Aunque la UTA se ha distanciado del paro de transporte impulsado por la Mesa Nacional del Transporte, que incluyó a otros gremios como Camioneros y Aeronavegantes, el sindicato ha decidido realizar su propia protesta. Esto ha generado tensiones en el ámbito sindical, particularmente con referentes como Pablo Moyano, quien criticó la falta de unidad en la lucha por mejoras laborales.
La falta de avances en las negociaciones ha dejado a la UTA sin opciones, lo que ha desencadenado un ciclo de medidas de fuerza. El gremio había amenazado con un paro de 48 horas a fines de septiembre, pero optó por suspenderlo en espera de una solución.
Sin embargo, el fracaso en las últimas reuniones ha llevado a Fernández a definir esta protesta como única y directamente dirigida hacia las empresas, y no hacia el Gobierno.
El estado de las negociaciones se considera crítico, dado que la conciliación obligatoria impuesta por el Gobierno no ha logrado avanzar en la mejora salarial.
La UTA argumenta que, a pesar de los mayores aportes del Estado para el sector, las empresas no han ofrecido nada a cambio.
El sindicato insiste en que el conflicto debe abordarse sin interferencias políticas, tratando de mantener la lucha enfocada únicamente en las condiciones laborales de los choferes y el sector en general.