Esta semana se cumple una década desde que la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, anunció el proyecto de expropiación del 51% de las acciones de Repsol sobre los Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), marcando un nuevo rumbo en la política hidrocarburífera nacional.
En ese sentido, el lunes 16 de abril de 2012, Cristina aseguró que la recuperación de YPF -que se encontraba en manos de la multinacional española desde 1999- se basaba en entender que Argentina estaba por convertirse en "un país inviable", debido a las prácticas empresariales de "vaciamiento" y la falta de inversión registradas en la empresa.
“De proseguir esta política de vaciamiento, de no producción, de no exploración, prácticamente nos tornaríamos con el nivel de crecimiento, actividad, industrias, trabajadores, en un país inviable”, expresó la ex presidenta durante su discurso en Casa Rosada. Y agregó: “Pero lo más grave, nos tornaríamos en un país inviable por políticas empresariales y no por falta de recursos”.
De esta manera, la mandataria aseguró que enviaría al Congreso el proyecto para la "Recuperación de la soberanía hidrocarburífera", que contemplaba la expropiación de parte del Estado del 51% de las acciones de YPF. Asimismo, notificó la firma del decreto por el que dispuso su intervención.
Sin embargo, ese 16 de abril, Cristina dejó en claro que el modelo para la petrolera de bandera no era el de estatización, sino que se trataría de una "recuperación de soberanía", y señaló que YPF seguiría funcionando "como una sociedad anónima", aunque empezaría a tener "una conducción profesionalizada" y una “correcta administración”.
“Vamos a hacer una conducción de la empresa absolutamente profesionalizada", comenzó diciendo. "Y cuando digo esto también quiero hacer una autocrítica de nosotros los argentinos, que durante mucho tiempo en distintos sectores de la economía manejados por el Estado, los manejamos con un criterio casi partidario o de política que terminó dando fundamento a los discursos de que el Estado era inútil y que solamente los privados podían administrar los recursos del Estado”, expresó Cristina Kirchner.
Finalmente, el 2 de mayo de ese mismo año, la Cámara de Diputados convirtió en ley la expropiación de YPF por 208 votos a favor, 32 en contra y 5 abstenciones. Y dos días después, la presidenta designó al Ingeniero en Petróleo, Miguel Galuccio, como el nuevo CEO de la empresa, a quien presentó como "un símbolo" de los profesionales que vuelven al país y de la nueva etapa "moderna y competitiva" de la petrolera.
El 5 de junio el nuevo CEO y presidente de YPF, Miguel Galuccio, presentó el plan estratégico de la compañía para el periodo 2012-2017, en los que planteó el objetivo de revertir el proceso de importación de combustible y energía, para incrementar la actividad exploratoria y de refinación, como también multiplicar la inversión.
Sin embargo, la decisión estratégica de la gestión kirchnerista no se trató de una medida aislada, sino que se enmarcaba en la política energética iniciada en mayo de 2003 con el Plan Energético, en el que se responsabilizó al Estado de garantizar el acceso universal a la energía con tarifas accesibles.
Desde entonces, más de 6 millones de argentinos fueron incorporados a los servicios públicos de gas y electricidad, promoviendo la reindustrialización y el crecimiento de la economía. Para ello se concretaron grandes inversiones que permitieron interconectar el país, federalizar el gas, terminar centrales demoradas y construir nuevas en toda la Argentina.
En este sentido, sin despidos multitudinarios ni flexibilización masiva, las inversiones en el upstream de la petrolera de bandera -que en 2011 no llegaban a 2.200 millones de dólares- en 2013 se habían duplicado. Como consecuencia del incremento, entre los nuevos objetivos se propuso poner en valor los yacimientos en no convencionales, congelados por Repsol como lo habían sido Atucha II y Yacyretá.
Por otro lado, las reservas de crudo y gas de la estatal también dispararon con un crecimiento entre 2012 y 2015 del 25% (15% y 40%, respectivamente). En materia de producción de hidrocarburos, la decisión de renacionalizar YPF trajo iguales resultados: solamente en los primeros ocho meses de gestión, la producción de petróleo saltó un 3% interanual. Para 2014 la diferencia era del 8,7%.
Asimismo, con el gas natural la recuperación fue aún más notable. Se desaceleraron fuertemente las tendencias declinantes en 2012, lográndose a partir de allí una tendencia ascendente. En 2015, ya se habían superado los niveles de producción de 2009.
Por último, cabe destacar que el aporte de YPF a las arcas provinciales se incrementó un 186%, pasando de 4.900 millones de pesos en 2012 a 14.000 millones en 2015. Respecto a la refinación y comercialización de combustibles la petrolera nacional se posicionó como indiscutible líder del sector. Las destilerías ganaron en capacidad instalada y las ventas de naftas se expandieron cerca de un 30% entre 2011 y 2015.