Brigitte Anne-Marie Bardot, conocida en todo el mundo como BB, fue mucho más que una actriz francesa. Fue un fenómeno cultural que redefinió el cine, la moda y la manera de habitar la fama en la segunda mitad del siglo XX. Su muerte, ocurrida hace pocos días a los 91 años en su casa de Saint-Tropez, cerró la historia de una vida intensa, luminosa y también atravesada por contradicciones.
Nacida en París el 28 de septiembre de 1934, Bardot comenzó su formación como bailarina clásica, pero su destino cambió cuando fue descubierta como modelo y rápidamente llegó al cine. El salto definitivo a la fama llegó en 1956 con Y Dios creó a la mujer, dirigida por Roger Vadim. Allí encarnó una sensualidad inédita para la época: libre, provocadora y ajena a las normas morales tradicionales. Desde entonces, se convirtió en un símbolo de emancipación femenina y en uno de los rostros más reconocibles del cine europeo.
Durante las décadas del 50 y 60 protagonizó más de 40 películas y también desarrolló una carrera musical. Su imagen —el cabello rubio despeinado, la mirada desafiante, la naturalidad de sus gestos— influyó en generaciones de artistas, diseñadores y cineastas. Sin embargo, el peso de la fama fue tan grande como su éxito: en 1973, con apenas 39 años, decidió retirarse definitivamente de la actuación.
Alejada del cine, Bardot volcó su vida al activismo por los derechos de los animales, una causa que defendió con vehemencia hasta sus últimos días. En 1986 creó la Fondation Brigitte Bardot, dedicada a la protección animal en todo el mundo, una de las facetas por las que ella misma dijo querer ser recordada. Al mismo tiempo, sus declaraciones públicas y posturas políticas generaron fuertes controversias y la convirtieron en una figura tan admirada como cuestionada.
La huella de Brigitte Bardot también quedó marcada en América Latina. En 1964 visitó Armação dos Búzios, en Brasil, cuando aún era un pequeño pueblo de pescadores. Las imágenes de su estadía recorrieron el mundo y transformaron al lugar en un destino turístico internacional, al punto de ser comparado con Saint-Tropez. En homenaje a ese vínculo, la ciudad le dedicó la Orla Bardot y una estatua de bronce frente al mar, hoy uno de los íconos más fotografiados de Búzios.
Brigitte Bardot deja un legado complejo y poderoso: fue estrella, símbolo de libertad, activista y figura incómoda. Amada y discutida, su imagen sigue viva en la historia del cine y en la memoria colectiva de un siglo que ella ayudó a cambiar.