El costo del descanso: cuánto necesita una familia para vacacionar en 2026

El verano 2026 vuelve a poner en evidencia la tensión entre ingresos y descanso. Según un informe del Instituto de Economía (INECO) de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), una familia tipo necesita en promedio $3.880.488 para vacacionar en la segunda quincena de enero en destinos nacionales. Ese monto equivale a 2,38 salarios medios, un esfuerzo que se mantiene prácticamente igual al del verano pasado, pero que confirma que el turismo interno sigue siendo un consumo costoso para amplios sectores de la clase media.

El mismo relevamiento señala que, para viajar al exterior, el presupuesto promedio asciende a $10.334.454, es decir 6,10 salarios medios. Aunque la cifra es sensiblemente más alta, el informe advierte un dato clave: en los últimos dos años, el turismo internacional se volvió relativamente más accesible frente al doméstico, producto de la evolución del salario medido en dólares.

Costos que se sostienen, poder adquisitivo que no mejora

El análisis de UADE remarca que entre enero de 2025 y enero de 2026 la relación entre el costo del viaje y el salario no registró cambios significativos. En otras palabras, las familias no ganaron poder de compra real para vacacionar, pero tampoco lo perdieron de manera abrupta. El turismo interno, en ese marco, aparece como una opción de consumo que resiste, aunque cada vez más ajustada.

Este fenómeno se explica por una dinámica conocida: precios turísticos que se mueven en línea con la inflación y salarios que, si bien acompañaron parcialmente, no lograron ampliar el margen disponible para gastos no esenciales. El resultado es un verano donde viajar sigue siendo posible, pero con planificación, recortes y decisiones cada vez más finas.

Los destinos nacionales más caros del verano

Dentro del mapa local, Cariló encabeza el ranking de los destinos más caros para la temporada 2026. Vacacionar allí implica un presupuesto promedio de $10.665.172, con una variación interanual del 3,75%. El dato más llamativo es que una estadía en Cariló puede costar cinco veces más que unas vacaciones en Villa Gesell, lo que refleja la fuerte segmentación del turismo interno.

En segundo lugar aparece Pinamar, con un costo estimado de $8.026.847 y una suba del 3,62% interanual. Completa el podio Mar de las Pampas, con $4.848.778 y un incremento del 3,37%. Desde UADE aclaran que estos valores no contemplan la totalidad de los gastos posibles, pero sí permiten comparar destinos y medir su nivel de accesibilidad relativa.

Viajar al exterior: más caro, pero relativamente más accesible

En el plano internacional, el informe indica que los viajes al exterior son en promedio 2,7 veces más caros que los domésticos, con una variación interanual del 4,18% entre los destinos analizados. Entre los más elegidos aparecen Nueva York, Madrid y Río de Janeiro.

Sin embargo, el estudio deja algunos contrastes llamativos. Vacacionar en Cariló puede costar lo mismo que viajar a Miami, mientras que el esfuerzo económico para ir a Santiago de Chile resulta menor que el requerido para 13 de los 25 destinos nacionales evaluados. Son comparaciones que empiezan a pesar en la decisión de muchas familias, sobre todo aquellas con acceso a dólares o financiación en cuotas.

El salario en dólares y el nuevo mapa del turismo

Uno de los ejes centrales del informe es la evolución del RIPTE medido en dólares al tipo de cambio oficial, indicador que refleja el poder adquisitivo del salario formal frente al turismo internacional. Según UADE, este índice creció cerca de un 50%, lo que explica por qué los destinos externos se volvieron relativamente más accesibles en comparación con los locales.

No obstante, los economistas advierten que se trata de un equilibrio frágil. Eventuales correcciones cambiarias o aceleraciones inflacionarias podrían revertir rápidamente esta tendencia y volver a encarecer el turismo internacional en términos reales.

De cara a las vacaciones 2026, el panorama deja una conclusión clara: viajar dentro del país sigue siendo caro, y en algunos casos más costoso que cruzar la frontera. Con ingresos que no logran despegar y precios turísticos que se mantienen elevados, las familias enfrentan un verano marcado por la comparación constante, la búsqueda de alternativas y la necesidad de hacer rendir cada peso. El descanso, una vez más, se convierte en una ecuación económica antes que en una simple elección de destino.