La Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires abrió su nuevo ciclo parlamentario con una escena donde la política cruda convivió con las formas institucionales. Entre juras, barras que no dejaron de cantar y cruces calientes entre libertarios, quedó claro que el verdadero partido se juega este miércoles: la batalla por los votos que definirán el endeudamiento que reclama Axel Kicillof.
La sesión preparatoria dejó un dato central: Dichiara asumió la presidencia de la Cámara y, aunque La Libertad Avanza logró la primera minoría numérica, el peronismo mostró músculo político. La presencia de figuras como Mayra Mendoza y Sebastián Pareja, además del recambio de bancas, marcaron una postal del clima electoral extendido que atraviesa a la Legislatura.
Dichiara leyó el momento con moderación, pero con mensaje: pidió consensos, diálogo y volvió sobre un concepto repetido en los últimos días dentro del oficialismo provincial —la sociedad exige acuerdos y no peleas por cargos—. En paralelo, Alexis Guerrera, ya en salida, avisó que los consensos por el endeudamiento están “muy avanzados” y que Massa tiene peso en las negociaciones.
Lealtades, señales internas y marcación de territorio
Si algo quedó claro en el recinto es que cada espacio quiso fijar posición ante la inminente votación de la Ley de Financiamiento. Mayra Mendoza volvió sobre el discurso de la proscripción, pidió por Cristina Fernández de Kirchner y reforzó la idea de “lealtad” como valor político en un momento donde el peronismo revisa sus alineamientos internos.
La Libertad Avanza, en tanto, buscó mostrarse como fuerza opositora disciplinada y en crecimiento. Florencia Retamoso anticipó rechazo a cualquier proyecto del peronismo y advirtió que la Legislatura “se pintará de violeta”. Y Sebastián Pareja —clave en el armado libertario bonaerense— protagonizó el episodio más áspero: un cruce encendido con el diputado electo Oscar Liberman que casi termina en golpes y obligó a intervenir a seguridad. La escena expuso las tensiones entre el armado de Karina Milei y el ala digital de Santiago Caputo, una fractura que no termina de suturar.
El número mágico del endeudamiento
Mientras la política hacía catarsis pública, el verdadero movimiento ocurría fuera del micrófono. Kicillof necesita 62 votos —dos tercios de la Cámara— para aprobar el endeudamiento en dólares destinado a 2026. Es la única herramienta de su tríada legislativa que aún no consiguió.
Según reconstruyen en el oficialismo, la ecuación podría cerrarse con:
37 votos peronistas,
15 radicales,
3 de la Coalición Cívica,
3 de Nuevos Aires,
6 libertarios dialoguistas de Unión y Libertad.
Si todos acompañan, el total ascendería a 64 votos, superando incluso la cifra necesaria. Ese paquete se negocia con cargos en el directorio del Banco Provincia y otros organismos.
El PRO, en tanto es el actor que genera mayor incertidumbre. No por lo que voto a favor significaría —eso parece descartado por presión interna y externa— sino por la posibilidad de que algunas ausencias estratégicas reduzcan el umbral de los dos tercios, facilitando la aprobación sin costo político explícito. Pareja ya avisó que, para La Libertad Avanza, sería “un baldazo de agua fría” que los amarillos entregaran esas abstenciones.
El oficialismo sostiene un plan inicial —lograr el acompañamiento de todos los bloques no alineados con PRO y LLA— y una idea alternativa —bajar el número a través de ausencias opositoras—. Ninguna de las dos alternativas está asegurada, pero ambas siguen abiertas en la cuenta regresiva a la votación.
Kicillof, por su parte, endureció su mensaje: “Necesitamos funcionar, y que funcionen los municipios”. La frase opera como advertencia y a la vez como síntesis del momento. Sin endeudamiento no hay margen financiero, y sin margen financiero no hay gestión posible en un 2026 que se anticipa complejo.
Las esquirlas de la sesión
El martes no resolvió nada, pero ordenó el mapa político:
El peronismo se mostró cohesionado, aunque con matices internos.
LLA exhibió fuerza numérica, pero dejó ver sus fisuras.
El PRO quedó atrapado entre dos presiones y se convirtió en el espacio clave para destrabar la votación, incluso sin votar.
Este miércoles, cuando el recinto vuelva a abrir sus puertas, se sabrá si se impone la negociación, el ausentismo táctico o un nuevo capítulo de tensión política. Lo único seguro es que el endeudamiento se transformó en el primer test de fuerza real del año legislativo. Y todos apuestan a ganar.