El escenario para las panaderías argentinas se vuelve cada vez más crítico. Según alertó el presidente del Centro de Panaderos de Merlo, Martín Pinto, ya cerraron unas 1.800 panaderías en todo el país, un golpe que dejó como saldo la pérdida de más de 15.000 puestos de trabajo en el sector.
Pinto describió la situación como “peor que en cualquier crisis conocida”, incluso al compararla con los años 90, el 2001 o la pandemia. “No es nada comparado con lo que estamos viviendo hoy”, sostuvo, en un análisis que sintetiza la gravedad del momento.
Costos que no dan tregua y consumo en caída libre
El dirigente panadero explicó que el sector registra una caída de ventas del 55%, una retracción inédita, impulsada por la pérdida del poder adquisitivo y un consumo que se desploma mes a mes. “La gente tiene los sueldos pisados a un año atrás, y por más que aumentemos los precios, eso no revierte la caída de las ventas”, advirtió.
A la crisis del consumo se le suma el impacto directo de las tarifas: las boletas de luz aumentaron entre un 45% y un 50% en un mes, un incremento que termina de desestabilizar la estructura de costos de negocios que dependen fuertemente de la energía para su funcionamiento.
Un sector sin margen para sostenerse
El cierre masivo de panaderías deja al descubierto un mapa productivo desbordado por el aumento sostenido de los servicios, la falta de crédito y una demanda que no responde. Para Pinto, el panorama actual no deja margen de recuperación si no hay medidas urgentes: los comercios ya no pueden absorber más incrementos y tampoco trasladarlos a precios sin perder aún más clientes.
El sector panadero, históricamente uno de los más representativos de la economía popular, enfrenta así uno de los momentos más duros de su historia reciente: menos producción, menos ventas y miles de familias afectadas por una crisis que todavía no muestra señales de freno.