El cierre de la planta bonaerense de Color Living volvió a poner en primer plano la crisis que atraviesa el sector industrial. Este jueves, la histórica fabricante de muebles comunicó de manera abrupta el cese total de la producción en su establecimiento de Pacheco, donde hasta hoy trabajaban 40 operarios que quedaron sin empleo. La decisión se suma a una cadena de cierres, suspensiones y recortes que atraviesan fábricas de distintos rubros y provincias, en un contexto de caída del consumo interno y apertura importadora.
Desde la compañía justificaron la medida en “la baja de la demanda” y en la imposibilidad de sostener los costos de la planta, aunque entre los trabajadores circula otra versión: que el predio podría reconvertirse en un centro logístico destinado a la distribución de productos importados. Esa sospecha creció luego de que la empresa redujera personal a prueba semanas atrás y reforzara actividades vinculadas al ingreso de insumos del exterior, según señalaron delegados del Sindicato de Trabajadores Madereros Zona Norte, que llevará el reclamo ante el Ministerio de Trabajo.
Color Living, que mantendrá operativa su planta principal en Villa del Rosario, Córdoba —donde emplea a unas 400 personas—, deja atrás más de cuatro décadas de actividad industrial en Buenos Aires. El cierre en Pacheco implica desmantelar una estructura de 17.000 metros cuadrados y una capacidad de producción que rondaba las 90.000 unidades al año, cifras que hoy parecen un vestigio frente a la posibilidad de transformar el espacio en depósito.
El caso se inscribe en una tendencia que, lejos de desacelerarse, se profundiza. El golpe por la salida de Whirlpool de Pilar —que ayer impactó en toda la agenda económica— encuentra ahora un eco más en el sector del mueble. Pero no es el único. En Santa Fe, la fabricante de generadores DBT (ex Cramaco) despidió a 35 trabajadores, acumulando una nueva tanda de recortes sobre las cesantías aplicadas en 2023. Allí también señalan la caída de ventas y la competencia desigual con productos importados.
La situación se replica en distintos puntos del país. Granja Tres Arroyos avanza con el cierre de su planta en Concepción del Uruguay y trasladará a 250 empleados para unificar operaciones, mientras que en Corrientes, TN Platex decidió desactivar una línea de producción y dejar sin trabajo a 20 operarios del área textil. En todos los casos, el denominador común es el mismo: un desplome del consumo, costos operativos que no encuentran piso y un proceso de liberalización comercial que vuelve casi imposible sostener la producción nacional frente a precios externos.
El cierre de Color Living no es, entonces, un episodio aislado. Es otro eslabón en una cadena de retrocesos industriales que crece al ritmo de las políticas económicas del Gobierno.