Las elecciones legislativas nacionales de 2025 registraron el nivel más bajo de participación ciudadana desde 1983. Según el informe final de la Cámara Nacional Electoral (CNE), apenas el 66% del padrón acudió a votar este domingo 26 de octubre, lo que marca un récord histórico de ausentismo en cuatro décadas de democracia ininterrumpida.
La cifra sorprendió incluso a las proyecciones oficiales. Días antes de los comicios, desde el Ministerio del Interior estimaban que la participación podría ubicarse entre el 70% y el 75%, un rango que finalmente quedó lejos de concretarse.
La tendencia a la baja ya había sido anticipada por los reportes parciales durante la jornada. A las 12 del mediodía había votado el 23% del electorado, frente al 30,5% que se registraba a esa hora en las legislativas de 2021. Hacia las 15, la participación ascendía al 41,7%, y a las 17 apenas llegaba al 58,5%, seis puntos por debajo del registro de hace cuatro años.
Con el cierre de los centros de votación a las 18, se confirmó la tendencia: uno de cada tres argentinos habilitados decidió no votar, a pesar del carácter obligatorio del sufragio.
El bajo nivel de participación no resulta un hecho aislado. Durante 2025, varios comicios locales en provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Chaco y Misiones ya habían mostrado una participación promedio cercana al 60%, consolidando un escenario de creciente desinterés político y electoral.
En perspectiva histórica, la caída es elocuente. En 2003, tras la crisis del 2001, votó el 71,9% del padrón; en 2021, el 71,7%; y en 2025, el número descendió al 66%, marcando un nuevo piso en la historia democrática reciente.
A pesar de la implementación de la Boleta Única de Papel (BUP), estrenada por primera vez a nivel nacional, el nuevo sistema no logró revertir la apatía ciudadana. El país enfrenta así un desafío institucional de fondo: cómo reconstruir el vínculo entre la ciudadanía y las urnas, base esencial de la legitimidad democrática.