
El Hospital Posadas, uno de los centros de salud de referencia, atraviesa una crisis que expone tanto la fragilidad estructural del sistema público de salud como la crudeza de las políticas de ajuste actuales. Desde la asunción del gobierno de Javier Milei, más de 200 trabajadores y trabajadoras fueron desvinculados bajo la figura de “finalización de contrato”, un mecanismo que encubre despidos y agrava la situación de precariedad que históricamente atraviesan los equipos de salud.
La historia de Agata trascendió rápidamente cuando, acompañada de sus compañeros, se acercó a la guardia del hospital para contarle a los pacientes lo que estaba ocurriendo. El video de esa protesta se viralizó, convirtiéndose en un símbolo de la lucha de los trabajadores frente a los recortes y despidos sistemáticos bajo el gobierno de Javier Milei. Con 12 años de antigüedad en el Posadas, fue despedida en octubre pasado y reincorporada por una medida cautelar, pero en las últimas semanas perdió nuevamente su puesto tras la caída de esa resolución judicial. En diálogo con InfoMiBa, relató la sensación de inestabilidad permanente: “Más del 80% del hospital está contratado. Ellos no te despiden, sino que te dicen que finalizó tu contrato. Es un método raro, pero en la práctica te dejan sin trabajo. Vivís con la incertidumbre de no saber cuándo te toca a vos”, explicó.
Precariedad estructural
Elsesser, que además es delegada sindical, remarcó que varios de los despidos recientes alcanzaron a trabajadores que habían participado en asambleas y movilizaciones contra el ajuste. “En mi sector no hubo hostigamiento directo, pero lo que hicieron fue insistir judicialmente para tirar abajo las cautelares y volver a echarnos. Es una ofensiva clara”, señaló.
La trabajadora también denunció la pasividad de los gremios mayoritarios: “Desde el principio del gobierno, ATE y UPCN se mantuvieron callados y nos dejaron bastante solas con esto. Exigimos que se comprometan porque la única manera de defendernos es colectivamente”.
Impacto en la atención y en los pacientes
El recorte no solo afecta a los trabajadores, sino que repercute de manera directa en la atención de miles de pacientes. Ágata lo ve cada día en la guardia: “La demanda creció muchísimo. Mucha gente perdió la obra social o no puede pagar la prepaga, y termina en el Posadas. Pero con menos personal, se alargan los tiempos para turnos y estudios. Una compañera técnica de electro fue despedida y aún no la reemplazaron: toda esa gente sigue esperando informes que nunca llegan”.
La situación es aún más dramática en áreas críticas: oncología no acepta pacientes nuevos y algunos estudios tienen demoras de hasta un año. “Estamos hablando de diagnósticos que pueden significar vida o muerte. No es un trámite burocrático: es la salud de la gente”, subrayó.
Ajuste para unos, negocios para otros
Mientras el gobierno justifica los despidos en nombre de la austeridad, el contraste con los millonarios contratos a laboratorios privados despierta indignación entre los trabajadores. Elsesser recordó el caso de una licitación por 15.000 millones de pesos con el Laboratorio Suiza-Argentina, firmada en paralelo a los despidos:“Nos dicen que no hay plata para salarios o para mejorar la atención, pero sí para beneficiar a los laboratorios. Se ve claro hacia dónde va el ajuste”, apuntó.
Salarios bajos y feminización del trabajo en salud
Con 12 años de antigüedad, Ágata cobraba poco más de 800 mil pesos, cifra insuficiente frente a la inflación y los costos de vida. “La mayoría de mis compañeras son mujeres y jefas de hogar. Sin indemnización, porque al no reconocerte como despedida no te corresponde, te quedás de un día para el otro sin sustento. Organizamos fondos de lucha y festivales para resistir, pero la angustia es enorme”, contó.
Además, alertó sobre las renuncias masivas de profesionales que migran al sector privado, donde los salarios son más altos y las condiciones menos precarias. Esta fuga de recursos humanos deja al sistema público debilitado y con menos capacidad de respuesta frente a una demanda creciente.
Una lucha que también es por los pacientes
Más allá del reclamo laboral, la trabajadora destacó el apoyo recibido por los pacientes, quienes comprenden que el deterioro en las condiciones de los trabajadores se traduce directamente en una peor atención.
“Mucha gente nos decía: si ustedes trabajan mal o no cobran, nosotros nos atendemos peor. Esa solidaridad te da fuerzas para seguir. Sabemos que no va a ser sencillo vaciar el hospital de un plumazo, porque hay gente dispuesta a pelear”, afirmó.
La historia de Ágata y de sus compañeros y compañeras refleja un problema estructural del sistema de salud argentino: décadas de precariedad contractual, salarios insuficientes y políticas de ajuste que hoy, bajo la administración Milei, se tornan más crueles. No se trata solo del derecho al trabajo, sino del derecho a la salud de millones de argentinos y argentinas que dependen de la atención pública.