
El interior productivo, históricamente adverso al kirchnerismo desde el conflicto de 2008 con el campo, se inclinó otra vez por el peronismo tras dos décadas de hegemonía opositora. Para Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario de la provincia, ese voto no puede interpretarse únicamente como una pulseada política, sino como la expresión de un hartazgo frente a la ausencia de obras, la caída de programas productivos y el vaciamiento de instituciones claves para el agro.
En declaraciones a Ámbito, Rodríguez aseguro que “el resultado implica ponerle un freno a las políticas de Milei y, al mismo tiempo, respaldar el rumbo que lleva la provincia bajo la conducción de Axel Kicillof”. Con más de 13 puntos de diferencia -47% para Fuerza Patria contra 33,7% para La Libertad Avanza-, el peronismo no sólo consolidó su poder en el conurbano, sino que también recuperó terreno en la Segunda, Cuarta y Séptima sección electoral, distritos donde la actividad agropecuaria marca la vida cotidiana.
Rodríguez recordó que no se trata de un fenómeno aislado y destacó que “ya en 2023, si se contaban únicamente los votos del interior, Axel Kicillof había sido el candidato a gobernador más elegido. Hoy lo que estamos observando es que incluso si se excluyeran las secciones 1, 3 y 8, Fuerza Patria fue la fuerza más votada en el resto de la provincia. Eso significa que vuelve a haber un triunfo en el interior”.
Para el ministro, el voto de las comunidades rurales refleja una preocupación extendida que trasciende a los productores agropecuarios. “El interior siente con más fuerza la falta de obra pública. Se nota en el estado de las rutas, en la ausencia de mantenimiento y en la paralización de proyectos estratégicos como la etapa 4.2 del Plan del Río Salado. Todo eso afecta no sólo al campo, sino a toda la ruralidad, porque menos obras también significan menos escuelas, menos servicios de salud y menos oportunidades de desarrollo”, señaló.
En segundo término, Rodríguez destacó que el Gobierno nacional lleva adelante “una política macroeconómica hostil a la producción, que golpea especialmente a los pequeños y medianos productores al encarecer el financiamiento y erosionar los márgenes de rentabilidad” y recordó que “el Gobierno nacional eliminó todos los programas de acompañamiento que históricamente existieron: desde Cambio Rural hasta la Ley Ovina, pasando por las políticas destinadas a la agricultura familiar. Ese aniquilamiento fue muy claro y afectó a quienes más necesitan apoyo para sostenerse en un contexto difícil”.
Un tercer punto señalado por el ministro fue la situación del INTA, que según él se convirtió en un símbolo del malestar rural. “Desde el primer día hubo una política de desfinanciamiento, vaciamiento y hasta un intento de desarticular su sistema de conducción. Ese ataque fue rechazado de manera generalizada y sólo se frenó gracias a la justicia, no por decisión del Gobierno nacional. El vaciamiento del INTA generó un fuerte rechazo en el interior”, remarcó.
El resultado en las comunidades rurales, entonces, aparece como un punto de inflexión. Si hasta hace pocos años el campo era un territorio refractario al peronismo, hoy esas mismas localidades marcaron en las urnas un respaldo a la política provincial. Para Rodríguez, “no se trata de un hecho aislado, sino de un giro con implicancias profundas” y reiteró que “el interior bonaerense votó contra la falta de obra pública y acompañó a la provincia en una propuesta de desarrollo que combina producción, educación y federalismo”.