
Originario de la India, el Ayurveda es una ciencia espiritual que tiene más de cinco mil años. Su nombre significa “sabiduría de la vida” y propone una mirada integral del ser humano, donde el cuerpo, la mente y el alma están profundamente interconectados. A través de prácticas como la alimentación consciente, la meditación, los masajes, la respiración (pranayama) y la observación de los ritmos naturales, busca prevenir y tratar enfermedades, pero también acompañar procesos vitales de transformación y bienestar profundo. Hoy, esta disciplina ancestral se expande cada vez más en Occidente, no solo como una alternativa a la medicina convencional, sino como un camino de autoconocimiento y equilibrio.
“Lo descubrí como quien no busca y de pronto encuentra”, dice María Alejandra Avcharian cuando le preguntamos cómo llegó al Ayurveda. Su historia no empieza con una búsqueda racional, sino con un movimiento más sutil: la necesidad interna de un cambio. Y en ese cruce inesperado entre lo cotidiano y lo sagrado, encontró una medicina ancestral que no solo la transformó, sino que despertó en ella una vocación profunda de acompañar a otras personas.
“Me formé en India, sin saber que no solo estaba aprendiendo una medicina ancestral, sino que estaba recordando algo muy profundo dentro mío”. Y así fue: el Ayurveda no le enseñó algo nuevo, sino que le devolvió una sabiduría que, de algún modo, siempre estuvo en ella.
El punto de giro llegó con una revelación simple, pero contundente: “la enfermedad no es algo que viene de afuera, sino una desconexión con mi propia naturaleza”. A partir de ahí, Alejandra empezó a habitar su cuerpo con más conciencia, a tratarse con más amor y a caminar un sendero que ahora comparte con otras y otros.
Pero ¿qué es el Ayurveda? “Es una ciencia ancestral que viene de la India y que significa ‘sabiduría de vida’. Pero para mí es mucho más: es un mapa para volver a uno mismo. Un camino de autoconocimiento para la transformación”. En su práctica, no se trata solo de sanar dolencias físicas, sino de leer en ellas un mensaje más profundo. “El Ayurveda no busca tapar el síntoma, sino escuchar lo que vino a decirte”.
Entre las herramientas que utiliza, aparecen la meditación, los pranayamas, la alimentación consciente, los rituales y la palabra. Pero sobre todo, Alejandra trabaja con la escucha. “La escucha es sagrada. Porque muchas veces nadie nos escuchó de verdad. En los retiros, abrimos espacios donde cada palabra puede ser medicina”.
Quienes se acercan a su consulta no siempre saben con precisión lo que buscan. A veces llegan por un insomnio, una dolencia digestiva o una angustia que no pueden nombrar. Pero, como ella misma dice, “lo que buscan es algo más profundo: volver a casa”.
Y ese regreso se ve en pequeños gestos: “Veo cuerpos que se ablandan, ojos que vuelven a brillar, mujeres que se animan a decir ‘esto no lo quiero más’ y también ‘esto sí’”. En ese proceso, no hay fórmulas mágicas ni recetas iguales para todos. Hay acompañamiento, escucha, paciencia y coraje. Porque cambiar no es fácil, pero tampoco imposible. “El cambio no empieza con un plan perfecto, sino con un gesto pequeño que se repite”.
Para María Alejandra, el Ayurveda es también una forma de reconectar con lo invisible. “Me dio herramientas, sí, pero sobre todo me dio propósito. La certeza de que sanar no es arreglar algo roto, sino recordar quién somos”.
Y cuando alguien llega diciendo “no sé por dónde empezar”, ella le responde con lo esencial: “Escuchá tu cuerpo. Apagá el ruido. Respirá profundo. Si hay un llamado interno, ya es motivo suficiente para empezar”.
Podés conocer más sobre su trabajo, acceder a recursos y enterarte de próximos encuentros en su página web www.mariaavcharian.com o seguirla en Instagram como @ayurvedamoderna.