miércoles 28 de mayo de 2025
- Edición Nº2366

País

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Vehículos sin patente: una nueva postal cotidiana y peligrosa

Mientras crece el número de autos sin chapa patente en circulación, el Estado permanece ausente. El vacío de control genera alarma y deja margen para delitos sin rastros.



Desde mediados de 2024 y con mayor notoriedad en los primeros meses de 2025, circular por la Ciudad de Buenos Aires o por otras grandes urbes del país ha permitido advertir una anomalía cada vez más frecuente: autos sin patente metálica. En su lugar, hojas de papel con códigos alfanuméricos rojos pegadas al parabrisas y luneta trasera intentan suplir, precariamente, la identificación vehicular. La escasez de chapas patentes se ha convertido en un problema estructural que, lejos de limitarse a la logística, expone profundas fallas de gestión estatal, tensiones en torno a la privatización de servicios públicos y desafíos concretos en la seguridad vial.

Una crisis en cadena: del papel a la calle
Según estimaciones oficiales y del sector automotor, más de 600.000 vehículos nuevos circulan actualmente sin patente metálica. El fenómeno comenzó con demoras moderadas —de entre 30 y 60 días— pero se ha extendido hasta los 180 días o más, lo que ha obligado a la Dirección Nacional del Registro de la Propiedad Automotor (DNRPA) a emitir patentes provisorias en papel. En el caso de las motos, se otorga un permiso de circulación que también se presenta como documento válido de forma transitoria.

La solución de emergencia, sin embargo, trae nuevos problemas. Las patentes provisorias no siempre son captadas por los sistemas automáticos de fotomultas, lo que implica un vacío legal a la hora de sancionar infracciones de tránsito. A la par, generan suspicacias sobre su validez en operativos policiales y en los pasos fronterizos. Ante esto, se debió autorizar por vía excepcional la salida del país con una "Constancia de Documentación Dominial Asignada", un trámite adicional que busca compensar la carencia material de la chapa metálica.

Las causas estructurales del desabastecimiento

  • La escasez no responde exclusivamente a una falla de producción, sino a una cadena de decisiones administrativas y políticas que comprometieron el sistema de fabricación y distribución. Entre los factores principales se destacan:
  • La intervención y posterior desplazamiento de la Casa de la Moneda, históricamente responsable de la fabricación de patentes, en el marco de una política de desestatización promovida por el Gobierno Nacional.
  • El cierre de 136 registros automotores en todo el país durante 2024, lo que recortó significativamente la capacidad operativa de inscripción y entrega de patentes.
  • El límite impuesto por el Ministerio de Justicia a partir de febrero de 2025, que fija en 52 la cantidad de vehículos que cada registro puede patentar por mes, agudizando aún más la acumulación de solicitudes pendientes.

En este escenario, el Gobierno decidió adjudicar la producción de chapas a Tönnjes Sudamericana S.A., una empresa privada que se incorporará gradualmente al sistema. Según fuentes oficiales, se espera que a fines de mayo se comience a normalizar la entrega, pero los tiempos de implementación aún son inciertos.

Privatización y sospechas: la disputa política detrás del metal

Para muchos trabajadores del sector, el faltante de chapas no es un hecho aislado, sino parte de un plan sistemático de vaciamiento y privatización que alimentan una narrativa crítica frente a las políticas de ajuste impulsadas por el Ejecutivo.

Desde el oficialismo, sin embargo, se justifica la transición como parte de una “modernización y digitalización” del sistema registral, que buscaría eliminar intermediarios, reducir costos burocráticos y acelerar los trámites mediante plataformas electrónicas. La discusión, por tanto, no se limita a lo operativo, sino que abre una disputa ideológica más profunda sobre el rol del Estado en la administración de servicios esenciales.

Seguridad vial y control estatal: los efectos de una falla sistémica
Más allá de las responsabilidades administrativas, el faltante de patentes tiene efectos directos sobre la seguridad vial y el control ciudadano. La identificación de vehículos es clave para prevenir delitos, regular el tránsito y fiscalizar infracciones. La circulación masiva de autos sin chapa metálica introduce una vulnerabilidad estructural en estos sistemas.

Expertos en seguridad consultados por medios como Chequeado advierten que la trazabilidad de los vehículos se ve comprometida, especialmente ante robos, siniestros o delitos cometidos con automóviles sin identificar. Además, existe preocupación por la posibilidad de usos fraudulentos de las patentes provisorias, que pueden ser falsificadas o utilizadas en autos distintos del autorizado.

Comparativa regional: ¿cómo se gestiona el sistema en otros países?
En países vecinos como Brasil, Chile o Uruguay, la asignación de patentes se realiza de forma más automatizada y en plazos mucho más breves. Estos países cuentan con sistemas centralizados que permiten la emisión de placas al momento de la entrega del vehículo o en un lapso máximo de 48 a 72 horas. La clave, según especialistas, está en la combinación de producción estatal garantizada, acuerdos contractuales con privados auditables y fuerte digitalización del proceso.

La Argentina, en cambio, aún depende de un sistema híbrido con fuerte presencia territorial de registros automotores y con demoras crónicas que se arrastran desde hace años. La actual crisis no solo evidencia estos déficits, sino que plantea la necesidad de una reforma integral y consensuada del sistema.

Una metáfora de la crisis más amplia
El caso del faltante de chapas patentes no es solo un problema logístico. Es una metáfora visible —literalmente visible en las calles— del modo en que decisiones políticas, tensiones ideológicas y desfinanciamiento estatal pueden desarticular funciones básicas del sistema público. Lo que comenzó como una demora aislada en la entrega de chapas se transformó en una muestra palpable de la fragilidad de las instituciones cuando se privilegia el recorte por sobre la previsión, y la fragmentación por sobre la gestión integrada.

Mientras tanto, miles de conductores siguen circulando con papeles rojos en los parabrisas, entre la resignación y el desconcierto, esperando que la metálica burocracia finalmente se vuelva tangible.
 

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