viernes 25 de abril de 2025
- Edición Nº2333

Salud y Estética

Por Lic. Juan Martin Fontana

“No es el Colesterol, es el azúcar”: Mitos y errores de enfoque

El licenciado en biología y especialista en salud funcional y bienestar integral, Juan Martin Fontana, reflexionó sobre la importancia del colesterol en la salud y las creencias de la sociedad al respecto.



El mito del colesterol y el error de enfoque

Durante décadas, nos han dicho que el colesterol es el enemigo y que las estatinas son la solución. Sin embargo, un análisis más profundo de la evidencia sugiere que el verdadero problema no es el colesterol, sino la manera en que se ha manipulado su papel en la salud cardiovascular. Se ha inculcado la idea de que el colesterol LDL es el principal causante de la aterosclerosis, cuando en realidad, las placas de ateroma contienen solo un centro de colesterol proveniente de restos de membranas celulares y glóbulos rojos, no solo de LDL. En realidad, contienen de todo y solo un poco de colesterol!!

Además, en condiciones normales, el colesterol circulante no puede atravesar el glicocálix del endotelio arterial. El problema surge cuando hay daño en las arterias, permitiendo que el LDL oxidado se infiltre en la capa subendotelial. Los principales agentes de daño endotelial son el cigarrillo, la cocaína, la presión arterial y el azúcar.

​La lipoproteína(a) es una de las verdaderas culpables: su acumulación en el endotelio no solo impide la correcta cicatrización, sino que también hace que las placas de ateroma sean más propensas a romperse y causar eventos graves. Este problema es de origen genético y afecta aproximadamente al 20% de la población mundial. Actualmente, no existen terapias farmacológicas aprobadas específicamente para reducir los niveles de Lp(a); el manejo se centra en controlar agresivamente otros factores de riesgo cardiovascular modificables.

El riesgo real no es el colesterol, sino la inflamación crónica

A pesar de esto, las estatinas siguen siendo ampliamente recetadas. Inicialmente promovidas como reductoras del colesterol, hoy se argumenta que su verdadero beneficio radica en su efecto pleiotrópico, es decir, su capacidad antiinflamatoria sobre el endotelio. Sin embargo, este supuesto beneficio tiene un costo: las estatinas aumentan los niveles de lipoproteína(a) entre un 10% y un 15%, lo que podría agravar el riesgo cardiovascular en las personas que genéticamente presentan niveles elevados de esta molécula. Además, se ha demostrado que el mismo efecto antiinflamatorio de las estatinas puede lograrse con exposición solar, sin necesidad de inhibir una vía metabólica fundamental como la del colesterol."

El impacto de estas drogas no se limita al sistema cardiovascular. Un estudio reciente encontró que ciertas neuronas, en especial las del locus cerúleo, necesitan importar colesterol extracelular porque su producción interna no es suficiente. Estas son precisamente las neuronas más vulnerables en el Alzheimer. De hecho, la aparición de las estatinas coincidió con un aumento en la incidencia de Alzheimer a nivel mundial, lo que refuerza la hipótesis de que podrían estar contribuyendo a la degeneración neuronal. Además, no todas las estatinas cruzan la barrera hematoencefálica con la misma facilidad, lo que explicaría por qué algunos estudios encuentran efectos negativos en la función cognitiva mientras que otros no. A esto se suman otros efectos adversos bien documentados, como un mayor riesgo de accidentes, daño hepático y deterioro cognitivo. Todo esto, para ganar en promedio solo 4 días de vida en personas que ya han tenido un infarto.

Pero si el colesterol no es el problema, ¿qué lo es? Los verdaderos marcadores de riesgo cardiovascular son los triglicéridos elevados, la resistencia a la insulina, y la lipoproteína(a). El exceso de carbohidratos en la dieta eleva los niveles de insulina, cuya función es almacenar glucosa en el hígado. Sin embargo, la insulina también bloquea la utilización de triglicéridos como fuente de energía, lo que hace que estos se acumulen en la sangre. En este proceso, el HDL se agota tratando de lidiar con el exceso de triglicéridos, dejando al sistema sin una herramienta clave para la limpieza del sistema circulatorio. El azúcar y la insulina crónicamente elevadas son proinflamatorias y dañan el endotelio, lo que nos lleva a una conclusión clara: el problema no es el colesterol, sino el exceso de azúcar y la inflamación crónica.

Una de las estrategias más efectivas y sin efectos secundarios para mejorar la salud cardiovascular es el consumo de Omega-3. Estos ácidos grasos esenciales ayudan a aumentar los niveles de HDL, lo que permite reducir los triglicéridos y mejorar la proporción de LDL en el organismo. Además, tienen un potente efecto antiinflamatorio y benefician la microbiota intestinal. Estudios muestran que la población japonesa, con uno de los menores índices de enfermedad cardiovascular, tiene niveles de Omega-3 en sangre cercanos al 8-10%, mientras que en Occidente estos valores están por debajo del 5%. Para alcanzar estos niveles, se recomienda un consumo de 2 gramos diarios por 3 meses, seguido de un mantenimiento con 1 gramo diario. Eso si, asegurate que sea libre de metales pesados y que no esté oxidados, ya que un Omega-3 en mal estado puede generar más daño que beneficio. Lo barato, sale caro decia mi abuela.

El problema con las estatinas no es solo su falta de beneficio claro, sino la manipulación de datos que ha permitido su éxito comercial. El estudio JUPITER, ampliamente citado para defender la eficacia de las estatinas, es un caso claro de manipulación estadística. En lugar de reportar valores absolutos, se publicaron valores relativos, inflando artificialmente los resultados. Si se considera el total de personas del estudio, la eficacia real de las estatinas en prevención primaria es inferior al 0,5%. Sin embargo, al aplicar estadísticas engañosas, los laboratorios lograron mostrar una reducción de riesgo mayor al 50%. Un fraude a escala global.

Más allá de la ciencia, está el negocio. Las estatinas generan más de 50 mil millones de dólares al año solo en EE.UU. Este negocio está sostenido por protocolos médicos diseñados por comités en los que la mayoría de los miembros tienen vínculos con la industria farmacéutica. Por ejemplo, en un comité de la OMS que definió las guías de prescripción de estatinas, 8 de los 10 integrantes eran accionistas de empresas que las fabrican. Este es un conflicto de interés evidente que demuestra cómo las decisiones médicas pueden estar impulsadas más por intereses económicos que por la evidencia científica.

Más allá del colesterol: el verdadero camino a la salud

La realidad es que el caso de las estatinas refleja un problema mayor en la medicina moderna: se han priorizado los tratamientos farmacológicos sobre la prevención real. No solo se ha exagerado el papel del colesterol como factor de riesgo, sino que se han ocultado los efectos secundarios de estas drogas y se han manipulado los datos para justificar su uso masivo. A medida que la ciencia avanza, queda claro que el colesterol no es el enemigo y que existen alternativas naturales y seguras para mejorar la salud cardiovascular sin comprometer otras funciones vitales del organismo.

Es momento de cuestionar si realmente estamos tratando una enfermedad o simplemente sosteniendo un negocio multimillonario.

Lic. Juan Martin Fontana

Intagram @lic.fontana

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