El tren dejó de pasar por la localidad de Villa Lía, marcando el fin de la actividad turística que la mantenía viva. Con la interrupción del servicio ferroviario, la llegada de visitantes disminuyó drásticamente, afectando la economía local. Sin embargo, este pequeño pueblo encontró una nueva fuente de revitalización gracias a un restaurante que se convirtió en el corazón de la localidad.
Este establecimiento, que fue fundado por las hermanas María Julia y Luz Argibay, no solo atrae a cientos de turistas de diferentes lugares, sino que también revivió el interés en la zona, creando un nuevo punto de encuentro para quienes buscan una experiencia culinaria única.
Este restaurante se destaca por su menú libre, lo que permite disfrutar de una amplia variedad de platos a un precio fijo. El sitio ofrece pastas caseras, guisos tradicionales y postres clásicos, todos preparados con productos locales y frescos. Esto hace que tanto el establecimiento como la comunidad crezcan juntos.
El "corazón" de este proyecto es Encarnación “Ñata” Pascual, una docente retirada que, junto a sus hijas, tomó las riendas para preservar y celebrar las tradiciones y la historia de Villa Lía. Encarnación y su familia convirtieron su restaurante en un verdadero emblema del pueblo.
Su dedicación va más allá de simplemente ofrecer comidas. Buscan que cada visitante experimente la autenticidad de la cultura y la calidez de la comunidad a través de sus recetas tradicionales.
El viaje dura unas dos horas en auto, tomando la Ruta 8 hasta San Antonio de Areco y luego continuando por caminos rurales hacia Villa Lía.