
El sindicalista José Ignacio Rucci nació el 15 de marzo de 1924 en Alcorta - Santa Fé y fue asesinado el 25 de septiembre de 1973 en Buenos Aires. Fue un dirigente perteneciente a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), muy cercano a Juan Domingo Perón.
Su hija Claudia Rucci se manifestó por la red social twitter: “Hoy en Carmen de Patagones, en el acto homenaje a José Ignacio Rucci, junto a Miguel Pichetto, el Intendente José Luís Zara, Ramón Puerta y muchos compañeros que conocen la verdad, tienen memoria y ¡reclaman justicia!”.
Se te quiere...se te extraña...se te necesita... pic.twitter.com/hI90K71id9
— Claudia Rucci (@claudiarucci) September 25, 2022
Por su parte, el exsenador nacional Miguel Pichetto, expresó: “Junto a Claudia Rucci y Ramón Puerta participamos de un homenaje a José Ignacio Rucci, quien fue asesinado por Montoneros en 1973. Descubrimos una placa conmemorativa en su honor” y añadió: “La violencia no puede volver a tener lugar en la escena pública de la Argentina”.
Hoy 25 de septiembre recordamos la figura de José Ignacio Rucci, quien fuere vilmente asesinado por Montoneros hace 49 años.
— Miguel Ángel Pichetto (@MiguelPichetto) September 25, 2022
Crimen que todavía está impune.
El intendente de Carmen de Patagones, José Luis Zara, expresó: “Emotivo acto junto a referentes políticos de distintas fuerzas. Colocamos el nombre de José Ignacio Rucci a la plazoleta ubicada en Avenida Juan Domingo Perón”. Y destacó: “Merecido reconocimiento a José Ignacio Rucci por su incansable lucha por los trabajadores y la paz social”.
Emotivo acto junto a referentes políticos de distintas fuerzas
— José Luis Zara (@JoseLuisZara) September 23, 2022
Colocamos el nombre de José Ignacio Rucci a la plazoleta ubicada en Avenida Juan Domingo Perón
Merecido reconocimiento a José Ignacio Rucci por su incansable lucha por los trabajadores y la paz social @claudiarucci pic.twitter.com/I8mHSv85GV
¿Cómo mataron a Rucci?
El 25 de septiembre de 1973, José Ignacio Rucci se preparaba para retirarse de la casa prestada que habitaba en Avellaneda y Nazca, Capital Federal, a la cual había acudido a dormir después de varias semanas. En esos meses, prácticamente vivía en la sede Azopardo de la Confederación General del Trabajo (CGT), donde en el último piso había improvisado una habitación.
En el momento en que “Coca”, su esposa, se disponía a acompañarlo hasta la puerta para despedirlo, sonó el teléfono; no podía colgar. Rucci saludó y siguió camino hacia los dos autos de su custodia que lo esperaban para llevarlo a un canal de televisión. En ese preciso momento, Juan Domingo Perón permanecía en la residencia de Olivos. Hacía dos días que había sido electo presidente de los argentinos por tercera vez, casi con el 62% de los votos. Volvía al poder después de 17 años, peronistas y no peronistas depositaban en él quizás la última esperanza de pacificar un país con un PBI per cápita, niveles de empleo y distribución de la renta productiva que hoy sonarían utópicas.
El secretario general de la CGT atravesó el pasillo que lo separaba de la calle, cometió la imprudencia de salir primero y entró al auto. Se produjo una explosión (bomba de humo arrojada desde un departamento contiguo a la casa, en venta) que hizo añicos el parabrisas de uno de los autos. Rucci volvió sobre sus pasos y se abrió la puerta del infierno. Los asesinos, desde la casa en venta, comenzaron a disparar con armas largas (FAL, ametralladoras y escopetas Itaka).
El primer impacto le atravesó la yugular produciéndole la muerte. Quedó de espaldas y recibió una lluvia de balas que lo hicieron caer boca arriba, sobre la vereda. Con evidente saña, siguieron tirándole al cadáver. En la autopsia se comprobó que había recibido 23 disparos.