jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº1940

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Lado B

Se cumplieron 35 años del robo de las manos de Perón

Se cumplieron treinta y cinco años de uno de los casos más extraños relacionados con la historia política –y también social y policial– argentina: la profanación del cadáver de Juan Domingo Perón.



El juez Jaime Far Suau verificaba hace 35 años (el 30 de junio de 1987) la profanación del cadáver del general Juan Domingo Perón por desconocidos que le cortaron las manos tras ingresar en la bóveda del cementerio de La Chacarita, donde reposaban los restos de quien fuera presidente constitucional del país en tres ocasiones. Se trató de un hecho que produjo una gran conmoción política durante el gobierno de Raúl Alfonsín y que estuvo plagado de pistas falsas. Al día de hoy, la investigación para esclarecer uno de los misterios más importantes de la historia penal argentina sigue abierta.

Del hecho en sí, se desconoce el momento exacto en que se produjo. Lo más probable es que haya sido el 25 o el 26 de junio de 1987, pero no es seguro. Lo único cierto es que al general le cercenaron las manos.

Aunque hubo diversas pistas y teorías (desde un pedido de rescate hasta una especie de venganza de carácter esotérico vinculada a la masonería y la logia italiana Propaganda Due -P2-, pasando por la lisa y llana operación política), nunca se comprobó nada.

A dos días de que se cumplieran trece años del fallecimiento del expresidente, el 29 de junio de 1987, Roberto García, sobrino político del general, acudió a la bóveda familiar, ubicada en Chacarita.

Al abrir la puerta, el hombre advirtió que faltaban vidrios en el techo, y luego notó la ausencia de diversos elementos (un sable del líder justicialista y un poema que Isabel Perón había dejado en la tumba, entre otras cosas).

Al cadáver le habían cortado las manos.

Luego se supo que tres referentes del peronismo de aquel entonces (Carlos Grosso, Vicente Leónidas Saadi y Saúl Ubaldini) habían recibido cartas con un millonario pedido de rescate.

El 30 de junio, el juez Jaime Far Suau verificó la profanación.

La historia continuó en un ir y venir de pistas falsas o incompletas que no depararon más que confusión.

También se produjeron muertes desconcertantes (el juez, que pereció en un extraño accidente automovilístico; un cuidador del cementerio, que falleció tras una golpiza; una mujer que solía llevar flores a la tumba, muerta también a golpes…).

En la actualidad, prevalece la idea de que la profanación perseguía un objetivo político. ¿Cuál? Cada quien tiene su teoría. Y, si bien se habla de diversos actores y motivaciones, muchos apuntan a “residuos” de la dictadura, la famosa “mano de obra desocupada”, aunque sin tener en claro a quién habría respondido.

El 17 de octubre de 2006, el traslado de los restos de Perón, desde Chacarita a la mítica quinta de San Vicente, devino en una jornada violenta, donde hubo palazos, piedras y hasta disparos en un enfrentamiento entre diversas facciones de algunos sindicatos.

Pareciera que descansar en paz, para ciertos muertos, estuviera vedado.

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